Balbina
El 21 de diciembre es un día especial en San Sebastián. En honor a Santo Tomás, las gentes se visten con trajes típicos y degustan la sabrosa chistorra que por todas partes se ofrece a los donostiarras, recién frita en tenderetes... al aire libre. No hay bar o cafetería que en esta fecha no ofrezca gratis a la clientela tan sabroso manjar acompañado de sidra elaborada en la región. Es fiesta que celebran todos; pero muy especialmente los niños, para quienes hay un programa de atracciones del mayor contenido lúdico.
BALBINA ha sido la "reina" de la fiesta este año, igual que lo fue DIMITRIA el año anterior. Ha paseado su hermoso cuerpo femenino por calles céntricas despertando la admiración y sinfín de piropos del público. Muy ligera de ropas, con los pechos al aire, orondos y atractivos muslos y garbosos movimientos, fue piropeada hasta la saciedad sin que nadie lograra arrancarle una simple sonrisa. BALBINA presumía sin frivolidad porque se sentía protagonista del evento. La población estaba deseando llevarla a su casa a fin de disfrutar de sus inmensos placeres. Sin embargo cada año, solo hay un agraciado que logra este ansiado objetivo tras adquirir boletos y esperar el sorteo a media tarde, en la plaza de la Constitución.
Balbina pesaba 450 kg. y desde su nacimiento en un caserío guipuzcoano fue criada con los mejores manjares y extremados cuidados para ser el epicentro del día de Santo Tomás de cualquier año. Dicen que deja descendencia de catorce o quince hijos, que ya recogen el testigo de su madre en cuanto a cuerpo robusto. La cerda Balbina se habrá convertido ahora en chorizos, morcillas, jamones, panceta, orejas y rabo para llenar una buena despensa alimentaria. Posiblemente el titular del boleto premiado no sepa qué hacer con una cerda de esta envergadura en su domicilio. En este caso optará por entregar el animal a una Entidad benéfica para que disponga de su destino. Tal es el caso de Dimitria, por cuanto en 1.999 y con peso de 392 kg., fue a parar a una congregación de monjas catalana, que todavía en el día de hoy están degustando los manjares derivados del trofeo animal.
Balbina ya ha pasado a la historia de esta fiesta entrañable, que todos los años concita el mayor ambiente en las calles de la capital guipuzcoana. Es una de las ocasiones especiales que justifican darse un paseo por esta bonita ciudad vasca.
J.Aurelio
El 21 de diciembre es un día especial en San Sebastián. En honor a Santo Tomás, las gentes se visten con trajes típicos y degustan la sabrosa chistorra que por todas partes se ofrece a los donostiarras, recién frita en tenderetes... al aire libre. No hay bar o cafetería que en esta fecha no ofrezca gratis a la clientela tan sabroso manjar acompañado de sidra elaborada en la región. Es fiesta que celebran todos; pero muy especialmente los niños, para quienes hay un programa de atracciones del mayor contenido lúdico.
BALBINA ha sido la "reina" de la fiesta este año, igual que lo fue DIMITRIA el año anterior. Ha paseado su hermoso cuerpo femenino por calles céntricas despertando la admiración y sinfín de piropos del público. Muy ligera de ropas, con los pechos al aire, orondos y atractivos muslos y garbosos movimientos, fue piropeada hasta la saciedad sin que nadie lograra arrancarle una simple sonrisa. BALBINA presumía sin frivolidad porque se sentía protagonista del evento. La población estaba deseando llevarla a su casa a fin de disfrutar de sus inmensos placeres. Sin embargo cada año, solo hay un agraciado que logra este ansiado objetivo tras adquirir boletos y esperar el sorteo a media tarde, en la plaza de la Constitución.
Balbina pesaba 450 kg. y desde su nacimiento en un caserío guipuzcoano fue criada con los mejores manjares y extremados cuidados para ser el epicentro del día de Santo Tomás de cualquier año. Dicen que deja descendencia de catorce o quince hijos, que ya recogen el testigo de su madre en cuanto a cuerpo robusto. La cerda Balbina se habrá convertido ahora en chorizos, morcillas, jamones, panceta, orejas y rabo para llenar una buena despensa alimentaria. Posiblemente el titular del boleto premiado no sepa qué hacer con una cerda de esta envergadura en su domicilio. En este caso optará por entregar el animal a una Entidad benéfica para que disponga de su destino. Tal es el caso de Dimitria, por cuanto en 1.999 y con peso de 392 kg., fue a parar a una congregación de monjas catalana, que todavía en el día de hoy están degustando los manjares derivados del trofeo animal.
Balbina ya ha pasado a la historia de esta fiesta entrañable, que todos los años concita el mayor ambiente en las calles de la capital guipuzcoana. Es una de las ocasiones especiales que justifican darse un paseo por esta bonita ciudad vasca.
J.Aurelio
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