lunes, 28 de febrero de 2011




PESCADO


            Yo no tomaría a broma todos estos presagios científicos que ahora nos alertan. No es entendible el mal comportamiento del clima que machaca a nuestra sociedad con catástrofes imprevistas, continuadas y cada vez más gigantescas. Algo debe motivarnos a reflexionar. Esto que hoy vemos suena mal; es raro; hay que posicionarse y contribuir a una modificación de nuestras costumbres de forma radical.

            Termina la semana con una declaración escandalosa: dentro de 50 años,  al ritmo actual de capturas, se habrán extinguido la mayoría de especies marinas que hoy nos sirven de alimento. ¿Puede ser cierta tal profecía?. Pues sí, efectivamente poco nos queda ya de bonito en salsa y de bacalao al pil pil. Irremediablemente, nuestros nietos tendrán que comprar el pescado en las joyerías, porque su precio rondará el importe que pueda costar una joya de oro macizo.

            Tengo amigos que son pescadores de bajura con sede en Fuenterrabía. Y algunas veces hablamos de la pesca, de los excesos y abusos que se cometen que no siempre salen a la luz pública; de las huelgas y follones entre empresarios de este gremio por no utilizar siempre las artes de pesca legales que permitan la supervivencia de especies de una a otra campaña; y del descenso alarmante y continuado año a año de las capturas en todas las especies. Me hablan del abuso brutal contra el mundo marino, cuando unas redes pelágicas kilométricas arrastran en mar abierto tanto a las especies que pretenden capturar para su comercialización, como a otros pescados sin ningún valor gastronómico que mueren antes o después de entrar en la cubierta de los barcos y son devueltos al agua una vez hecha la selección de las capturas. Millones de peces que continuamente van desapareciendo tontamente ocasionando desequilibrio en el ecosistema. Esta “limpieza” de género no trasciende en uno, en diez, en 50 años. Pero los recursos marinos son finitos y los científicos ya han hecho sonar la corneta dando una alarma estruendosa de lo que podemos encontrarnos en un futuro no muy lejano…

            Las Estadísticas van en la misma línea que los acontecimientos. Aquí hay un margen de error muy pequeño, porque los registros son reales y muy cercanos. En 1.965, la flota del Cantábrico capturaba 80.000 toneladas de anchoas. El año pasado, la campaña se cerró con menos de 800 toneladas. Parecidas cifras y descensos se constatan en la campaña del atún, de la merluza, bacalao…  Cualquier comentario sobra. El sector pesquero lleva años en crisis acentuada y sin ser alarmistas, la crisis aún no ha tocado fondo. Evidentemente el futuro se presenta con muchos nubarrones y posiblemente haya que tomarse en serio lo que ayer y hoy leemos en nuestra prensa: dentro de 50 años no habrá posibilidad de comer sardinas. Pasará como pasa hoy con las angulas; tendremos un sucedáneo con parecido sabor que se fabricará manualmente con materia prima de desconocida procedencia.